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sábado, 4 de febrero de 2012

Lágrimas convertidas en sonrisas

Cuando ella estaba caminando, con la misma sonrisa de siempre, esperando ver lo mismo de siempre, con el paraguas oscuro de siempre, cayendo la misma lluvia fina sin estar acompañada de frío de todos los días de aquel otoño, dos gotas que no venían del cielo atravesaron sus mejillas y su corazón. No quería ni mirar, ni se atrevía, tan solo quería escapar, huir muy lejos sin ser vista, volar a algún lugar en el que no la encuentren jamás, más allá de las estrellas y esconderse tras una de ellas, y de vez en cuando asomarse un poco a la realidad para saber qué tal les va a todos para luego regresar. Pero sabía que sería inútil, que por mucho que lo intentase, lo que acababa de pasar, lo que ella acababa de ver, estaba ahí, y no iba a dejar de estarlo. Justo cuando pensaba que ese momento sería eterno, que no iba a acabar nunca, y que la retendría hasta siempre, oyó a alguien por detrás. Era aquella persona en la que confiaba más que en sí misma; que tenía esa sonrisa siempre pintada en su cara que le dibujaba otra a ella; con quien había pasado los mejores momentos de toda su vida; que cuando ella lloraba, le obligaba a dejar de hacerlo; que le hacía sentirse bien cuando creía que era imposible; y la de veces que habían jugado al Cuarto Oscuro y ella le había reconocido por su siempre despeinado pelo de color más bien rojizo... Siempre había estado allí, reconfortándola tan solo mirándola con sus ojos de plata, como en ese mismo momento.
Entonces se dio cuenta: él había estado todos los días dedicándole cada una de sus mejores sonrisas, cada una de las pecas de su nariz y de sus mejillas, cada tarde lluviosa viendo películas tumbados en el sofá desgastado del salón de su casa, cada mañana soleada en la playa con cada helado, cada noche hablando de tonterías por teléfono, cada carcajada… todas dedicadas a ella.
Al darse la vuelta para verle a él, había dejado tras su espalda su pasado, y delante tenía su presente y, tal vez, su futuro. Esta vez, era ella quien le dedicaba una sonrisa que jamás había visto nadie, una que tenía reservada únicamente para una persona que realmente fuese especial. Y, tras sonreírle, tras mirarle, decidió lo que ni ella misma se hubiera imaginado momentos atrás, y el resto del mundo le dio igual, ya solo quería estar con él, quien apenas mirándola, le había secado sus lágrimas, y las había convertido en sonrisas.


Clau.

2 comentarios:

  1. Que bonitooo! :) Carmen, te e echo caso y me he pasado, me ha gustado mucho un besazoo! :)

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  2. http://proximaparadatq.blogspot.com/ pasaros si podeis me gustaria saber vuestra opinion..Muchas gracias

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