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sábado, 13 de abril de 2013

A little madness called love


La primera vez que te vi, estabas bailando. No llegué a saber si te dabas cuenta de que lo hacías, pero bailabas. Ibas por la calle como una estrella más del cielo, dando saltos sobre las hojas secas del suelo al ritmo de la música que salía de tus cascos. Llevabas un abrigo rojo, abierto; las manos metidas en los bolsillos. A pesar de lo que dijeran los termómetros, tú no parecías tener frío; yo dejé de sentirlo en cuanto te vi. El pelo bailaba contigo, y recuerdo como abriste los brazos e intentaste comerte el mundo a sonrisas. Entonces me comiste a mí. Sentí todo por dentro, incluso creo que a ti. Y quise conocerte, saber cuanta alegría cabía en tu interior. Y me acerqué, lo suficiente como para saber qué escuchabas. Don’t stop me now. Entonces me viste y tus ojos marrones arrojaron hacia mí ríos de luz. Estabas nerviosa. Quizás habías pensado que nadie te vería, que estabas sola en tu locura. Sonreí. Tú también. Y el cielo se hizo pedazos sobre mí. Llovieron nubes, estrellas… Y solo habías sonreído. Estaba perdido.  Luego me cogiste de la mano y corrimos. No sabía que decir, supuse que no hacía falta. Solo supe que eras increíble. Y tus pecas bailaban, y tú eras una estrella atravesando el cielo. Me uní a tu locura- quizás fuiste tú la que me llevaste a ella- y desafiamos juntos las leyes de la gravedad. Y corrimos hasta quedarnos sin aliento, corrimos bajo la banda sonora de Queen, que se repetía  en nuestras cabezas. Y cuando terminó, supe que todo había empezado. Que desde entonces, todo iba a ser perfecto. Me había enamorado, sí, me había enamorado de la chica de los guantes sin dedos, la sonrisa eterna y el pelo revuelto, la de los ojos caramelo y música en la cabeza a todas horas. Y supe que no, que no quería que nada ni nadie nos parara. Que tu locura sería mi calma. Y que sin tí, no sería nada.   


                                           Por Paloma

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